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Botones flotantes

27 de marzo de 2013

El nuevo Furby: tecnología, apps y redes sociales envueltas en peluche

"Yo sólo quería que estuviera limpito..."

Eso fue lo que dijo mi hermana cuando (años después ...) de que su primer Furby se quedara mudo confesó que "probablemente" estaba así porque le había metido en la bañera. Y es que era un peluche tan real que la verdad es que sí que daban ganas de cuidarlo. Una mezcla rara entre osito, gato, ratón y algo más, pero en modo adorable, aunque a mí como a todo el mundo me recuerdan a los Gremmlis buenos. Aquel Furby de mi hermana no era de los primeros y luego han venido algunos modelos más, pero todos han tenido en común un equipamiento tecnológico bastante adelantado a su tiempo, con sensores, sistemas de  reconocimiento de sonido y capacidad de interacción con los niños, que en su día revolucionaron el mundo de los juguetes e inspiraron muchos de los que vinieron después. Tuvieron incluso sus propias leyendas urbanas, como que podían ser utilizados para espionaje y que habían sido prohibidos en el Pentágono, o que las frases que decían a los niños contenían mensajes subliminales.
A pesar de su precio, durante varias navidades se agotaron en las tiendas y volvieron locos a muchos padres que como el mío tuvieron que recorrer media ciudad en busca del famoso bicho. Por aquel entonces no se podía comprar por internet así que el caos era aún mayor. Hoy en día hay miles de tiendas online donde los puedes comprar, de primera, segunda o tercera mano, webs dedicadas al mundo Furby, tienen sus propias apps y también juegan en las redes sociales. Todo orquestado mediante un ambicioso plan de marketing de la empresa creadora, la juguetera Hasbro, para convertir a los Furbys en éxito de ventas.

El primer Furby fue ideado por Dave Hampton, un antiguo programador de Mattel que empezó como pequeño prodigio de la electrónica reparando TVs con 7 años y terminó fundando su propia empresa de juguetes. El primer modelo empezó a venderse en 1998 y ya venía incorporado con un potente chip que junto a sensores de luz, sonido y movimiento, conseguía hacer creer a los niños (y mayores...) que interaccionaba con ellos, porque contestaba con frases pregrabadas que además iba cambiando como si aprendiera hablar. Quien haya tenido un Furby recordará sus famosas (y desquiciantes) frasecitas: "Aburridooo", "Mi sueñooo", "Mi hambree"...

Después de arrasar en todo el mundo, en el año 2000 lo retiraron del mercado, probablemente porque como todo, pasaría de moda. En 2005 lanzaron un modelo mejorado, más grande y con movimientos más realistas, y con reconocimiento de voz, así que le podías preguntar si tenía hambre, o sueño, y te contestaba. En teoría también podía aprender, gracias a una pequeña memoria donde se iba grabando lo que le decías, e interaccionar con otros Furbys (aunque entre ellos hablaban en un lenguaje raro, o sea, que podían estar diciendo cualquier cosa).



El nuevo Furby que acaban de lanzar hace unos meses (en España se vende por aproximadamente 85 euros), conserva muchos de los elementos básicos originales, e incorpora como principales novedades unos ojos formados por paneles LED capaces de mostrar distintos tipos de ojos y símbolos, nueva conectividad, mejoras en los movimientos y la imposibilidad de apagarlo o resetearlo, pues guarda su carácter en su memoria. Al nuevo Furby también le gustan los móviles y tablets y cuentan con su propia aplicación para IOS y Android, con la que puedes darle de comer o traducir lo que dice.  

Con toda esta tecnología escondida en un pequeño bicho de peluche, los Furbys han dado paso a muchas mascotas "inteligentes" similares (gatos, perros, hamsters...), que con movimientos y sonidos muy reales conquistan a los niños con sucedáneos de bichos que no pueden tener en casa.

Los Furbys también han inspirado muchos otros muchos otros juguetes robots, pero de eso ya hablaremos en otra entrada...

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